¿Qué puede aprender una startup en caso de sus fracasos?

Imagen de Scott Graham en Unsplash

La reciente avalancha de condenas a empresarios de primer nivel, como en los casos de Elizabeth Holmes o Sam Bankman-Fried, ha sacudido al mundo entero y ha provocado que los inversores se pregunten cuándo recuperarán su dinero. Sin embargo, cuando el polvo se asienta y los ánimos se calman, toca analizar lo ocurrido y ver qué se puede aprender de ellos.

En este artículo, más que limitarnos a revisar lo que han hecho mal, queremos ver qué lecciones pueden extraerse de situaciones como estas. En los dos casos mencionados, ambos eran proyectos interesantes que acabaron torciéndose. Veamos qué beneficios podrían obtener las nuevas startups si usaran una perspectiva diferente en sus negocios.

La importancia de centrarse en los objetivos

Al empezar en un negocio, los primeros días son sinónimo de euforia y entusiasmo, lo cual es positivo, ya que implica tener ganas para hacer que pasen cosas. Ahora bien, resulta necesario controlar esta energía y saber canalizarla por el camino adecuado.

A menudo, las startups quieren abarcar mucho y se marcan objetivos poco realistas. En muchos casos, ello acaba desembocando en un retroceso gradual y en un simple sonrojo, pero en otros la situación puede complicarse mucho y obligar a la startup a intentar resolver demasiados problemas al mismo tiempo. Esto es lo que en inglés se conoce como mission creep, es decir, ampliar los objetivos de la empresa más allá de su propósito principal, lo cual suele acarrear muchos problemas.

Pérdida de la ventaja competitiva

Intentar adelantarse a la competencia es normal en los negocios, y todavía lo es más en el mundo de las startups, en el que es importante saber que no te van a acabar devorando.

El problema es que tomar atajos o hacer declaraciones muy atrevidas es algo que parece necesario para crecer. Sin ir más lejos, Holmes afirmaba que, con una pequeña punción en un dedo, su producto podía realizar más de doscientas pruebas diagnósticas. A pesar de ser un buen reclamo, no tenía fundamento científico. Si hubiera funcionado, le habría dado la ventaja competitiva necesaria para triunfar, pero lo único que consiguió fue cavar su propia tumba.

La honestidad es clave

La honestidad siempre ha sido la mejor apuesta, aunque creamos que a veces puede resultar un lastre a la hora de expandir el negocio. Las mentiras siempre acaban saliendo a la luz, por lo que es importante evitar que el marketing hable más de la cuenta o que unos objetivos demasiado optimistas nublen nuestro sentido de la realidad. Todo el mundo espera que las startups sueñen en grande y persigan metas ambiciosas, pero nadie quiere una startup que mienta al mercado.

La clave para mantener la honestidad es tener claro que el negocio se ha lanzado para ofrecer unos bienes o servicios que la gente necesita. Por supuesto que el objetivo es ganar dinero y forjarse una reputación, pero también es importante mirarse al espejo y saber que lo que hacemos no es a costa del bienestar de los clientes o de los inversores. El factor humano siempre será la mejor política de empresa.

El peligro de la publicidad y las expectativas

Las grandes ideas suelen conllevar grandes valoraciones iniciales, que pueden hacernos creer que somos el próximo Henry Ford o Steve Jobs. Aspirar a llegar a su altura es una cosa; caer en la trampa de creernos el hype que nosotros mismos hemos creado es otra.

Resulta indispensable mantener los pies en el suelo y rodearse de gente sincera y directa que nos asesore cuando perdemos de vista la realidad. Ello nos permitirá recordar de dónde venimos y que todavía nos queda mucho por aprender. Además, nos mantendrá abiertos a nuevas ideas y opiniones, cosa que nuestra startup agradecerá a largo plazo.

Expandir el círculo íntimo

Si tu círculo más cercano cada vez se cierra más, perderás las voces de aquellas personas que pueden ayudarte en momentos de duda. Y ello tiene el peligro de caer en situaciones de pensamiento de grupo, en las que nadie se atreve a decirte nada porque eres el jefe. A menos que tengas todas las respuestas (cosa poco probable), estrechar el círculo dificulta el desarrollo de la startup.

Inyectar nuevas voces en los debates importantes de la empresa te ayudará a diversificar las ideas y a resolver problemas complejos de formas diferentes. Si solo cuentas con una persona de confianza y prescindes del talento de otros empleados a la hora de tomar decisiones, estarás poniendo palos en las ruedas de tu empresa.

Conclusión

Dirigir una startup consiste en materializar una idea y ponerla a prueba de una forma rápida, eficiente y ética. Incluso algo tan aparentemente simple como crear una demo de Gates of Olympus para que los usuarios puedan probar el juego debe hacerse de manera que puedas recabar su opinión y transformarlo en una serie de medidas concretas.

Y ello solo puedes hacerlo si estás abierto a nuevas ideas, trabajas en equipo y estás dispuesto a ceder el liderazgo en momentos concretos. Creerte tu propia publicidad o convertir a tus socios en loros que únicamente repiten lo que tú dices solo te servirá para alimentar tu ego. Lo que necesitas son opiniones diferentes, debates constructivos y una cultura abierta en la que todo el mundo se sienta libre para desafiar las ideas preconcebidas.

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